El cine de animación continúa dando muestras de una riqueza creativa fuera de lo habitual (como el documental que, poco a poco –más lento de lo que nos gustaría-, va asentándose en las salas de cine y en el circuito tradicional de exhibición).
Nuevas historias, en la mayoría de los casos destinadas a los adultos más que a un público infantil, contadas con una libertad artística sorprendente y arriesgada. En resumen, un mundo apasionante para descubrir y perderse un buen momento.
En 2.012 el Goya al mejor corto de animación recayó en Birdboy. Por su valentía, su estética y riesgo, el corto supo a poco y nos dejó con muchas ganas. Por suerte, sus autores se han lanzado al largo con Psiconautas, los niños olvidados. Adaptación de la novela gráfica homónima de Alberto Vázquez que, junto con Pedro Rivero, entregan una de las historias más existencialistas de la actualidad de este género que, los años han convertido en mayor.
La espeluznante historia de amor entre la ratoncita Dinki y el pájaro toxicómano Birdboy brilla con un romanticismo desgarrador. Condenados a vivir en una isla contaminada, sin oportunidades y rodeados de sus inmorales vecinos, no tienen más remedio que escapar de esta sociedad que se ha autodestruido y que ha establecido el consumo, como norma, que ha creado un enorme basurero en el que la generación actual debe sobrevivir.
Psiconautas, los niños olvidados es un hito en la historia de animación nacional, una fábula de pesadilla que contiene escenas de antología, un grafismo virtuoso y que consigue lograr un universo en el infierno de Dante podría ser considerado una guardería.
El traslado de un mundo a otro, como también en Avril y le monde truqué, de Franck Ekinci y Christian Desmares, es otra muestra espectacular de la animación actual. Muy influenciado por el particular universo de Jacques Tardi en un verdadero homenaje a su creatividad, un viaje desde un París de 1941, que no ha evolucionado y sigue anclado en la era industrial, en el que los inventores y científicos han desaparecido, entre ellos, los padres de la chica Avril, que se lanza en su búsqueda.
Estética retrofuturista (steampunk) para denunciar, de otra manera, dónde puede acabar la codicia y la insensatez de la sociedad si no avanza en la dirección correcta. Una animación sorprendente con una galería de gabinete de curiosidades sin desperdicio.
O al igual que Psiconautas, el protagonista de Phantom boy, de los franceses Alain Gagnol y Jean-Loup Felicioli (que ya nos conquistaron en 2.010 con Un gato en París), un niño de 11 años, también se tiene que evadir para, en esta ocasión, ayudar a un policía a descubrir a un horrible malvado “cubista” que pretende destruir el mundo.
New York, como tela de fondo, el testarudo perro que ya aparecía en Un gato en París y que repite en este nuevo largometraje, dibujos realizados a mano, a la cera, y trabajos posteriormente con ordenador. Una escapatoria deslumbrante, sobre todo, al conocer que el niño, hospitalizado y luchando contra su enfermedad, se escapa como un ectoplasma, un fantasma, en lucha también por su vida. Impresionante.
El camino, el viaje o los traslados (el viejo road-movie) como motivo recurrente de la nueva animación. Adama, de Simon Rouby, es otra verdadera sorpresa para esta historia de 1916 que narra el viaje de un joven senegalés en busca de su hermano, en plena guerra mundial.
Novedad en el tratamiento de la imagen, su director, escultor de origen, ha modelado un centenar de figuras que han sido escaneadas en 3D posteriormente y que dan un resultado tan original como hipnótico. Imprescindible visión.
O el viaje por excelencia en Le Petit Prince, adaptación de lo que parecía imposible, El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, lograda gracias al empeño de Mark Osborne.
Lo más remarcable de la película es la utilización de dos técnicas de animación. Por un lado, la clásica, en imágenes de síntesis, una niña en los años 60-70 con un vecino muy especial; y por otro, sin duda lo más fascinante de El Principito, la parte en stop-motion dedicada a trasladar la novela, con unas imágenes sublimes, tonos pasteles y una tierna poesía visual.
Universos tan especiales como el creado por Benoît Philippon y Alexandre Heboyan en Mune. Un universo mítico en el que Mune, un fauno bastante torpe, será convertido en el guardián de la luna (el responsable de la noche y los sueños) y se verá en plena confrontación con el guardián del Sol.
Imaginación a raudales, personajes absolutamente novedosos (con un cierto aire de Avatar), sabia utilización de la 3D (que pasa al formato habitual en las secuencias de los sueños) y la impresión de ver algo distinto, arriesgado y fascinante.
Dejamos Europa para viajar, nosotros también, a Japón, otro foco imprescindible de la animación actual. Miss Hokusai, de Keiichi Hara, reivindicando el papel de la hija del más célebre pintor de Tokio de 1850. Si él pasó a la historia por su Gran Ola, su hija quedó enterrada en el olvido.
Adaptación del manga de la autora, Hinako Sugiura, este homenaje retrata a una joven con tanto carácter como su padre, su entereza y su modernidad. Una animación que no duda en describir la iniciación sexual de la protagonista con una geisha varón, en una de las escenas más brillantes de la película.
When Marnie was there (Omoide no Mânî), de Hiromasa Yonebayashi (autor también de la fabulosa Arriety y el mundo de los diminutos), es el último largometraje de los estudios Ghibli.
Un clásico de la literatura británica de los años 60 de Joan G. Robinson trasladado a la gran pantalla, con un toque Vértigo, de Alfred Hitchcock, sobre la relación de dos niñas. Una jovencita adoptada, fuera de su lugar habitual de residencia, fascinada por el personaje que vive en una casa en medio de las marismas. Sueño, realidad y un insuperable toque nostálgico que no puede cerrar mejor la filmografía de un estudio de animación, Ghibli, que tanto ha aportado a este género.
Y para finalizar, el broche de oro, El profeta de Kahlil Gibran, de Roger Allers. ¿Cómo adaptar una obra tan filosófica (con tan poca dramaturgia) como El Profeta? Su director ha encontrado la solución (muy empujado por Salma Hayek, verdadera alma mater de la película). Es la actriz la que ha preferido crear una historia que uniese los diferentes cortometrajes que constituían el proyecto inicial.
Almitra, a sus 8 años, conoce a un prisionero político y se rae una fuerte amistad entre ellos. En el camino hacia el puerto, que juntos realizarán para que éste abandone el país, se irán desgranando las historias y enseñanzas de este filósofo de la resistencia, convivencia y amor.
Los cortos Gaëtan Brizzi, Paul Brizzi, Joan C. Gratz, Mohammed Saeed Harib, Tomm Moore (La canción del mar), Nina Paley, Bill Plympton (Cheatin’), Joann Sfar (El gato del rabino) y Michal Socha cortan el aliento dejándote sin palabras.
El profeta es como un compendio de los mejor del cine de animación actual. Un almanaque de sus mejores creadores que reúne muchas de las imágenes más potentes de la animación actual. Una verdadera joya que hay que ver en pantalla grande y sala oscura. Feliz viaje a todos/as.
Buenas tardes:
¿Se sabe si se proyectarán en España, fuera de algún festival, alguno de estos títulos? ¿O directamente para el mercado doméstico? Me llaman mucho la atención, especialmente, Le Petit Prince y Mune.
Muchas gracias 😉
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Hola John Doe, no sé si tienen fecha de estreno. En cuanto sepa algo te digo, compa. Hasta muy pronto.
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