Es un verdadero placer descubrir cómo verdaderos cineastas independientes van abriéndose camino entre el público y se trasladan, con los años y una filmografía sin mancha, del dominio de lo invisible a las gran salas del público más mayoritario. Jeff Nichols ha logrado financiar su realmente hipnótico, Midnight Special, con un gran estudiode Hollywood, Warner, reservándose una total libertad y, sobre todo, el final cut, tras sus impresionantes Shotgun Stories, Take Shelter y Mud.
Siempre es apasionante conocer cuál es el origen de la historias que creadores como Jeff Nichols, uno de los mejores directores americanos de la actualidad, sacan de su imaginación. En este caso, una enfermedad de su joven hijo le confirmó la dependencia de los padres frente a sus vástagos, así como su impotencia frente a lo que pueda ocurrir. Como bien comentaba el cineasta, si Take Shelter evocaba las angustias de un hombre que va a ser padre, en Midnight Special esas angustias se concretizan frente a su hijo.
Un título muy inteligente para el público americano pero que necesita una explicación fuera de los USA. Midnight Special es un tren que une Houston a Texas y que sale a medianoche. Ese tren pasaba por delante de la prisión de Sugar Land y sus prisioneros esperaban con impaciencia su paso. Si veían iluminada su celda con el faro del vagón delantero era el símbolo de que pronto serán libres. Cuando veas la película, comprenderás la sutileza y lógica del título de la película.
Como siempre, el cineasta no abandona a un equipo que gana. El fabuloso actor Michael Shannon, que le acompaña desde el principio de su carrera, el músico David Wingo, que ya estuvo en las dos películas anteriores, y por supuesto, las obsesiones tan personales de su director. La inmensa melancolía de la pareja, la soledad, el aislamiento social, la filiación y la sensación de fin del mundo, o en todo caso, de una época.
Midnight Special es un confesado homenaje a dos grandes directores, John Carpenter y Joe Dante. Dos clásicos del cine de género que lo alzaron a un nivel de maestría, pocas veces visto. Y por supuesto, el tema de moda entre el cine americano (y gran parte del mundial): la dificultad para sobrevivir y la lucha por la supervivencia, frente a todo y a todos.
Alton, encarnado por una espectacular Jaeden Lieberher, es un niño con poderes especiales (ve mucho más que los demás, metáfora directa –no olvidemos que estamos ya en la Warner– de una sociedad cegada por el consumo, el abuso y el control). Lo que comienza, para el espectador, como un road –movie de un secuestro se transforma, magistralmente, en un thriller y en una sugestiva y potente película de ciencia ficción.
Como siempre en este tipo de narraciones lo mejor es llegar virgen de toda idea sobre el film a la pantalla grande y disfrutar, como cuando lo hacíamos frente a los clásicos de los ochenta de Spielberg. Sorpresas, suspense, fugas, persecuciones… un programa bien cargado para otra película pesimista actual que parece resumirlas todas. Quizás, la única supervivencia posible no sea posible en este mundo. Guau. No te la pierdas. Una de las películas del año.
Hola Carlos:
Me la apuntaré porque Nichols me encanta.
Gracias y un saludo
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