No sólo los grandes artistas del espectáculo llenan la gran pantalla de biopics sobre su vida. En la tendencia de los últimos años, dos producciones actuales retratan otros protagonistas alejados de las bambalinas y de los focos, centrando sus trabajos en físicos, matemáticos, investigadores…
En esta ocasión le toca a dos hitos de la medicina actual, el cirujano polaco, Zbigniew Religa, autor del primer trasplante de corazón exitoso en su país en los años 80, en la película Dioses. Y Stanley Milgram, psicólogo de la prestigiosa Universidad de Yale, con sus experiencias de 1963 resumidas en su libro de 1974, Obediencia a la autoridad. La perspectiva experimental, en la producción americana, Experimenter.
Dos temas apasionantes, increíbles y polémicos que levantaron ríos de tinta, división de opiniones, posturas enfrentadas y mucha tensión en los círculos científicos en que se movían.
El cineasta Lukasz Palkowski arrasó con los Premios de la Academia de Cine Polaco, los Águilas (Orly), llevándose 7 galardones, entre ellos el de mejor película, para Dioses. Y la verdad es que no es de extrañar, visto el talento con el que cuenta esta historia.
Como suele ser habitual en el cine polaco, una ambientación de los años 80 espectacular, con una música presente que desdramatiza la intensidad de los hechos narrados y un equipo artístico impecable, convencido de sus roles y totalmente entregado.
En un país extremadamente religioso, el doctor Religa revoluciona las consciencias de sus colegas, al intentar realizar un trasplante de corazón. La vida es un don del cielo para sus compatriotas pero como promete el eslogan de la película a este doctor, «Nadie podrá pararlo, ni dioses ni hombres”.
Alejándose de la narración tradicional, Michael Almereyda, por su parte, propone en Experimenter una puesta en escena que busca la distanciación del espectador para que se posicione frente a lo que está asistiendo: diálogos directos a cámara en una constante quiebra de la cuarta pared, que puede fascinar, o molestar, al público.
La elección estética va en perfecta armonía con el tema tratado. Unos voluntarios, a los que se les ocultaba que el estudio era sobre la obediencia, eran invitados a participar en un trabajo sobre la memoria y el aprendizaje.
El experimento contaba con tres personas: el experimentador (el investigador), el «maestro» (los voluntarios) y el «alumno» (cómplice del investigador que se hace pasar por otro voluntario en el experimento). Si el alumno se equivoca en las preguntas, el maestro tiene que castigarle con descargas eléctricas que pueden llegar a ser mortales.
Lo más alucinante es 26 voluntarios sobre 40 (65%) aplicaron la descarga máxima de 450 voltios, aunque hay que reconocer que muchos se sentían incómodos o reticentes a aplicarla. Menos mal. Aun así el resultado da mucho miedo.
Peter Sarsgaard, inmejorable en su papel, Winona Ryder o John Leguizamo completan un reparto de alto voltaje (no he pedido evitar esta broma tan fácil) es una película que cuestiona la explosiva obediencia sin límites a la autoridad que, en muchos caos, sirve para justificar conciencias personales y cobarde excusa. Dos películas apasionantes con temas que siguen candentes hoy en día.