Unas de las últimas tendencias en la gran pantalla es la del cine bajo narcóticos. A ritmo de hip hip, pop y trance el cine más actual mezcla una explosiva combinación de drogas, música y personajes altamente coloreados, con montajes a ritmo de MTV en historias nada edulcoradas.
Si Straight Outta Compton abría dignamente (un pena su excesiva duración) este grandioso baile de discoteca alternativa, Dope recoge con pasión y humor el relevo de un cine a 200 kilómetros por hora.
Dope (en español, droga y también sinónimo de gente guay) es una estupenda comedia de Rick Famuyiwa que cuenta tan bien su historia por tratarse de su vida real. De un barrio peligroso de Los Ángeles hasta llegar a una de sus mejores universidades, sin pasar por la casilla de droga, delincuencia y criminalidad.
Dope cuenta la historia de un friki de color que, huyendo de las típicas ideas preconcebidas, quiere conseguir hacer unos buenos estudios y salir de un barrio que le produce pesadillas y en el que hay que andar con pies de plomo.
Una divertidísima comedia iluminada por sus excelentes actores. Su protagonista, Shameik Moore, el ya habitual Tony Revolori, y la excelente Zoë Kravitz, hija del célebre cantante, y con muchísimo talento.
Arropada por una banda sonora de lujo, Dope comparte con Kill your Friends, de Owen Harris, ese ritmo trepidante de comedia alocada. Si bien Kill your Friends (adaptada por el propio autor de la novela, John Niven) se deja llevar más aun por el exceso y se inclina por un toque gore.
Al filo del siglo XXI un productor musical británico busca el próximo exitazo a golpe de coca, sexo y hacha, si es necesario, para construirse una carrera en la que todo, literalmente todo, está permitido. Una visión de pesadilla de un medio cerrado en que el elegante Nicholas Hoult se divierte como un salido poseso.
En un fin de semana repleto de estrenos, con el retraso habitual que llevamos en este año, dejar escapar Dope sería no ver una de las mejores y más divertidas comedias del año.