Alta tensión, nervios a flor de piel, luchas intestinas frente a un enemigo de talla, sorpresas que saltan en el momento menos inesperado, agitación en el instituto, enfrentamientos entre profesorado y padres, intentos de comunicación y 20 alumnos (como el David bíblico) frente a un profesor nada fácil (un inmenso Goliat) en una de las películas que, con muchas posibilidades, puede acabar entre las mejores del año. Su director, Rok Bicek, partió de una experiencia personal en sus años de colegio para construir esta historia en hormigón armado, que no deja ni un minuto de reposo al espectador. El nuevo profesor de alemán, que sustituye a la dulce maestra retirada unos meses por maternidad, es todo lo que contrario a lo que están acostumbrados estos adolescentes. Inflexible, estricto, un pelo irónico, rozando el cinismo, y no muy dado a la sonrisa.
La genialidad de la narración del brillante esloveno es apartarse de los caminos trillados del habitual conflicto jóvenes-adultos, en el medio escolar, por diferencias sociales o económicas, para aventurarse por otro horizonte muy distinto. Esta institución la frecuenta la clase media, con raras excepciones tanto por arriba como por abajo económicamente, y los adolescentes no son criminales en potencia ni mansas ovejitas.
Al principio de la sustitución por maternidad de su compañera, el profesor, mucho más exigente, va imponiendo su estilo y metodología. La clase le estudia, va captando hasta dónde puede llegar, en una atenta posición de observación. Pero un hecho inesperado hace surgir la chispa en un terreno que, poco a poco, se había ido sembrando de minas.
Los alumnos presionan a su profesor, éste reacciona, se produce una cadena de provocaciones y reacciones (para inmenso gusto del espectador), en la que el resto del equipo pedagógico tendrá que tomar posición y, evidentemente, hasta los padres de los adolescentes (uno de los momentos más inquietantes y soberbios de la película).
Una vez puesto en marcha este mecanismo, cada uno responderá con sus propias capacidades, su resistencia a la tensión y al estrés, su fuerza y, también, su debilidad, solidificando o poniendo en peligro la acción y consistencia del grupo. El encanto y la inteligencia de este virtuoso guión es que no establece una criba clara y específica de buenos y malos, tan aburrida como innecesaria.
El espectador no para de preguntarse durante todo el film ¿hasta qué punto no se están pasando tres pueblos estos jóvenes?, ¿los métodos del profesor son los más o y mejor adecuados para la situación?, ¿la dirección del establecimiento no debería haber intervenido ya?…
Impresionante debut de un joven director de 30 años, Rok Bicek, que arrasa en los festivales y que, si con un grupo de aficionados ha conseguido este peliculón, ¿qué ocurrirá cuando dirija a actores profesionales? Un cineasta de clase (¡y qué gélida fotografía!) que habrá que inscribir con intensidad en la memoria.
Me da toda la impresión, Carlos, de que juega con premisas argumentales nada manidas, y, además, las somete a vericuetos narrativos también alejados de lo convencional, para disfrute y beneficio del espectador que huye de lo trillado del cine habitual en la cartelera. ¡Cuánta falta hacen propuestas de este corte! Me dejas con muchísimas ganas de verla, así que muchas gracias por ponerme tras su pista.
Un abrazo y hasta pronto.
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Mil gracias, Manuel. Palabras como las tuyas animan una barbaridad. Gracias a ti por tener esa mirada abierta a otras propuestas. Hasta muy pronto y buen fin de semana.
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