por Carlos Loureda
Transcurrido el primer tercio del festival se van instalando las características que definen la 62 edición. Al protagonismo del género o subgéneros cinematográficos, ya sea cine negro, fantástico o thriller, ya comentado en anteriormente, se añade un clasicismo de la puesta en escena, que hace que tengamos la sensación de ya haber visto estas películas, con anterioridad, (de hecho con historias no muy originales) mil veces.Lo que representa una opción tan válida como cualquiera que, al fin y al cabo, corresponde con la filosofía del comité de selección del festival. Si el jurado gusta de una alternativa más estándar, por el momento debería estar en el séptimo cielo, si quisiese primar por la audacia y la asunción de riesgos, su palmarés se encuentra todavía en blanco.
Opción violenta
Como la propia Susanne Bier definía su película, A second chance, las situaciones excepcionales pueden llevar a asumir comportamientos imprevistos a los individuos más normales. La trama del film se presiente desde el mismo instante en que aparece el segundo bebé de esta historia de sustitución de afectos, definido así para no desvelar una serie casi ilimitada de golpes de efecto de esta familia y proteger la sorpresa del espectador.Una película más, perfectamente realizada, interpretada y dirigida, con todos los elementos adecuados y recursos estéticos, perfectamente utilizados para emocionar, inquietar y, hasta, contentar al espectador (cielos impresionistas que cierran la película y hasta un final feliz, dentro de lo cabe, para la reina de los pañuelos de papel).
Puro resultado de época de crisis: el género asegura las inversiones, la narración lineal relaja y, si se añade un happy end, hasta el productor duerme tranquilo y el distribuidor está encantado de buscar salas para proyectar la película.
La entrega (The Drop) es otro ejemplo perfecto de la situación actual del cine. Aunque suena a encargo, el más que talentoso director, Michael R. Roskam, borda una historia muy bien escrita (de hecho basada en uno delos mejores autores de novela negra, Dennis Lehane) y con unos actores gloriosos, empezando por Tom Hardy (sin duda de Concha por su excelente actuación) o el último papel interpretado por James Gandolfini, en un ejemplo de manual de clásico del neo-noir que, aunque la historia pinte muy mal desde el principio, hasta se las arregla por acabar, casi, con Noomi Rapace, ante el altar y vestida de blanco.
Opción Pacífica
La violencia cristalizada en la Sección Oficial hoy se ha visto alejada de la pantalla de la sección de Nuev@s Director@s, salvo en Chrieg, versión suiza de la misma historia que la producción americana, Coolwater, sobre centros de internamiento para adolescentes problemáticos.
Vincent n’a pas d’écailles presenta la bella metáfora de un joven que se encuentra como pez en el agua y disfruta de unos poderes sobrehumanos, cuando se encuentra en el elemento líquido. Y los tres protagonistas de la tierna, sencilla y soñadora, Una noche sin luna, retrata la cotidianeidad de unas vidas ordinarias, narradas de una forma extremadamente poética.
De pronto, apareció Casanova.
El festival depara sorpresa y, de repente, se presentó con Casanova Variations de Michael Sturminger un radical cambio de registro. Más próxima de Los tontos y los estúpidos de Roberto Castón que del resto de la sección oficial, la película propone un híbrido, a tres niveles, de una representación de ópera, una “des-variación” del posible origen de las memorias del célebre seductor y la retransmisión misma del espectáculo.Reconocido por todos el artificio del cine que lleva 130 intentando hacernos olvidar las premisas de su falsedad , el director osa mezclar realidad y ficción o roles y representación, con John Malcovich en iluminada inspiración que se presta a representarse a sí mismo y reírse de su poder de seductor. Imperfecta, excesiva pero imprescindible para este festival.