por Carlos Loureda
Lo más sabroso de la jornada ha sido la pareja de sublimes manipuladores de En la casa (Sección oficial) y El impostor de Bart Layton (Perlas). Qué lujazo de películas. La última es la versión docudrama de la primera, que trata, desde el género de la ficción, un proceso extraordinario de manipulación de toda una familia.En la casa François Ozon vuelve a sus primeros amores: la destrucción y explosión de toda una familia como en Sitcom (1998), su primera película, y la tensión sexual como en su corto Regarde la mer (1997). Inspirada de nuestro Antonio Buero Vallejo actual, Juan Mayorga y de su obra de teatro, El chico de la última fila (y ya van 3 adaptaciones de teatro en la edición de este año), la película cautiva por su suspense y divierte por su tratamiento, en clave, por momentos de comedia burlesca.
Un retrato voraz de la clase media y también, porque aquí no se salva ni el apuntador, de la intelligentsia que manipula a su antojo el pensamiento cultivado de la sociedad. El año pasado el actor Denis Menochet lloraba en El Skylab, la película de Julie Delpy que se llevó una Concha. En La casa el actor interpreta a Rafa-padre, y vuelve a llorar en una escena muy similar, ¿premonición de otra Concha para Ozon?
El impostor, una de las mejores sorpresas de la 60 edición de San Sebastián, es de nuevo la “invasión de los ultracuerpos”, pero basada en hechos reales. La supuesta suplantación de la personalidad de un joven americano de Texas desaparecido tres años antes y descubierto, por casualidad, en el bonito pueblo de Linares. Un consejo, no leas nada sobre ella ni escuches a nadie que quiera contártela ni mires ningún tráiler ni veas ningún fotograma (demasiado tarde los dos últimospertenecen a la película): vete a verla el día de su estreno. Es, sencillamente, genial.
Continuará…