El flamenco del futuro en el LABO XL: Álvaro Murillo, Dani Hernández y Julio Ruiz


Como finos observadores de tendencias y sensibles a los movimientos que agitan las artes escénicas contemporáneas, el equipo del LABO XL ha programado en su apoteósica 4ª edición tres obras de artistas, que trabajan con el flamenco, como base de su creación.

Algo está ocurriendo en este arte de origen desconocido que, al menos con cinco teorías sobre su origen, tiene embelesados a los creadores más audaces del panorama actual. Existe un cambio generacional que está viendo aflorar miradas y concepciones que amplían su estética, reinterpretan sus bases y dinamitan visual y sonoramente el escenario.

Pese a que, a primera vista, los tres espectáculos podrían parecer diametralmente diferentes, en su base conceptual se plantean las mismas interrogantes. ¿Qué es, en el sentido más último y esencial, el baile flamenco? ¿Cómo situarse en él, como bailarín y/o bailaor, desde una perspectiva de diversidad y entre la infinidad de valores coreográficos y sonoros?

Daniel Hernández, Derek Van den Bulcke y Emilio Manzano estrenaron su última pieza, La grieta. En busca de lo más primigenio del flamenco, el inspirado trío presentó un trabajo experimental que finalizó en una catarsis colectiva con el público. Buscando las raíces del sonido, antes incluso de que cualquier espectáculo de flamenco comience, los artistas se centran en la silla en la que se instala el bailarín, en los sonidos que anteceden a la música y al movimiento.

A la estabilidad inestable de los crujidos de una silla de madera se va uniendo la música de un móvil hackeado, junto a la danza de Dani Hernández, prácticamente en trance, acompañado de castañuelas. Si hay una palabra que pueda definir en su integridad al espectáculo es, sin lugar a dudas, hipnótico.

Álvaro Murillo también estrenaba espectáculo en el LABO XL, Flamenco futuro. A partir de un trabajo de captación del movimiento por ordenador, el bailarín se plantea la virilidad en el flamenco, como a mediados de los años 50 del siglo pasado, lo conceptuó Vicente Escudero, teórico de la danza, bailarín y coreógrafo.

Con su obra ilustra la teoría y el decálogo del célebre Escudero (bailar en hombre; sobriedad; girar la muñeca de dentro a fuera, con los dedos juntos; caderas quietas; bailar asentao; armonía de pies, brazos y cabeza; estética y plástica sin mistificaciones: estilo y acento; indumentaria tradicional; variedad de sonidos con el corazón, sin accesorios). El resultado es una brillante pieza de extrema elegancia, precisión y energía.

Por su parte, tras su anterior espectáculo, Azul como la piel del melocotón, Julio Ruiz sigue cuestionando el color para analizar, a través de él, la diferencia entre lo que queremos y lo que hacemos, lo que realmente sentimos y lo que fingimos sentir.

En esta ocasión, en Vendehumo, el rosa es el protagonista. Un color que le originó tantas ilusiones como problemas en su experiencia vital personal. Majestuoso en sus movimientos, su rigor en escena aborda nuevas masculinidades, en las que lo realmente importante es la identidad, no el aderezo.

Muchísima atención a este bailaor almeriense que solo “quiere preguntarse, no responderse”. Sin lugar a dudas, una de las mejores y más gratas sorpresas de la cuarta edición del LABO XL. Y eso que ha habido varias con un nivel impresionante. Deseando que llegue ya la 5ª edición. Bravísimas.

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