Este año ha tardado en llegar la película que conmociona, impacta y sobresale por encima de las demás. Un hombre de teatro (¡y qué teatro!), el ruso Kirill Serebrennikov, tan a gusto y con tanta creatividad en el escenario como en el plató, sabe combinar a la perfección una potente historia excelentemente narrada, adaptación de la obra de teatro de Marius Von Mayenburg, y la pertinencia y actualidad del tema, pegado a la más cruda realidad.
Veniamin, adolescente ruso, descubre que parapetado detrás de su fase mística, en este caso de cristianismo ortodoxo, puede conseguir de lo demás que sus deseos, hasta los más ridículos, se acaben cumpliendo. La carrera hacia el capricho tiene límites y en su paso no dejará títere con cabeza, ni chica ni chico ni maestra.
Ya desde el título, sublime en su lengua original, (M)uchenik, estudiante, y al mismo tiempo gracias a ese paréntesis, mártir, se anuncia el color de la película. El estudiante no plantea dudas pero el/la mártir pueden ser los demás o todos los que sufren su éxtasis místico.
Lo que podía haberse expuesto en forma de obscuro drama, su director, Kirill Serebrennikov opta por un tono opuesto, la película por momentos da tanto miedo como risa y el humor, inteligente, irónico y cínico domina toda la narración.
Esta película es el exponente perfecto de la realidad universal actual. Frente a populismos, extremismos, caprichos y fantasmas de todo tipo de iluminados, ¿cuál debe o puede ser nuestra posición? Enfrentarse a ellos, como lo hace la profesora que intenta hacerle comprender (y a los demás también) sus incoherencias o soportar e ir perdiendo, poco a poco, todas y cada una de nuestras libertades.
Frente a esta historia Kirill Serebrennikov mezcla reconocidos y famosos actores rusos, todos ellos excepcionales (Viktoriya Isakova), y jóvenes intérpretes de su compañía de teatro (Pyotr Skvortsoven) una química que ilumina la pantalla. Planos secuencias que permiten sentirse presente en la historia y excelentes ideas, el crucifico torcido, los clavos en las zapatillas deportivas… que aderezan una, ya de por sí, suculento menú.
(M)uchenik (The Student) es de esas películas que consiguen miles de seguidores para la única y verdadera religión sin dioses, pero muchas estrellas: el buen cine. Para ver dos veces, como mínimo.