Después de Esto (The Here After-Efterskalv), Suecia 2016


Un ángel en pantalla. La mirada serena de un adolescente que prepara una maleta. Rubio natural, peinado con sencillez, ningún tatuaje ni pendiente, movimientos serenos y un toque de nostalgia en sus maneras. Podría ser la bolsa de viaje de sus próximas vacaciones y podría estar en su habitación. Ordenada y sin objeto que recuerde que juventud se conjuga con rebeldía.

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Cuando pasa la primera puerta de seguridad y su padre le espera tras otra, también de seguridad, el espectador en dos minutos sabe que ese lugar no es su casa sino más bien un reformatorio. El inicio fascinante del primer largometraje del guionista y director sueco Magnus von Horn no decae en los minutos siguientes, toma aún más fuerza e hipnotiza al público (como ya lo hizo en Cannes) en una de las mejores películas del verano, y casi seguro, del año.

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Un demonio en la realidad. El protagonista de la película acaba de cumplir su condena en el reformatorio, está preparado para volver a casa, ha saldado la deuda con la sociedad (quizás, nunca lo logre consigo mismo) y espera volver a integrarse, poco a poco, en medio de los habitantes y vecinos de su pueblo.

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Magnus von Horn se inspiró de uno de tantos sucesos que aparecen, por desgracia, con demasiado frecuencia en los periódicos: el estrangulamiento de una joven por parte de su novio, cuando ésta lo abandono por otro. A partir de expedientes policiales de este tipo de violencias creo esta alucinante y sobrecogedora historia.

Evidentemente la principal dificultad era encontrar al protagonista Tras ocho meses de búsquedas sin ningún resultado, en un programa de variedades encontró lo que tanto había buscado, Ulrik Munther, un célebre cantante en su país, América y Japón, de 22 años, hoy, que nunca había actuado. El resultado es, literalmente, impresionante. El actor llena cada uno de los fotogramas con su magnética y, sobre todo, inquietante presencia. Al fin y al cabo, ni ángel ni demonio. Simplemente, demasiado humano.

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Con toques que por momentos recuerdan la sublime Furia (1936), de Fritz Lang, la película es el estreno de una ópera prima en pantalla más potente del año. Equilibrada, arrebatadora y tensa hasta límites insospechables, Magnus von Horn engrosa la larga lista de cineastas de películas europeas en lenguas no hegemónicas que tan, brillante e inteligentemente, ha decidido apoyar el Festival de San Sebastián.

Una iniciativa de nuestro certamen preferido que, frente a una feroz competencia entre festivales internacionales, ha sabido situarse, obteniendo cada año mejores resultados, en la especialización que mejor le diferencia de los demás. Este año el Festival de San Sebastián impulsará un Focus on Glocal Cinemas en el marco de su V Foro de Coproducción Europa-América Latina. No solo hay que hacer buen cine, también hay que saber venderlo. Y el Zinemaldia confirma, con cada edición, que está en muy buenas manos. Enhorabuena. Simplemente, brillante.

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