Demon iba a ser la película que confirmase a un gran director polaco, Marcin Wrona. Tras un sorprendente film de final de carrera en 2001, el realizador tardó ocho años en conseguir acabar su primer largometraje, My Flesh My Blood, una historia de redención y violencia que sorprendió y cosechó innumerables premios.

Su segundo trabajo llegó en 2010 a la sección de Nuevos Realizadores del Festival de San Sebastián, El bautizo, sobre un hombre perseguido por su pasado mafioso que, evidentemente, acabará pagando. Casi seis años después apuesto algo que los asistentes a la proyección se acordarán de los minutos finales de la película de una violencia casi insoportable.
Demon, su última obra, se presentó en Sitges y hasta había confirmado su asistencia al Festival Internacional de Cine Independiente de Burdeos (FIFIB), cuando días antes llegó la triste noticia: suicidio en una habitación de hotel, según se comentó en los corrillos del festival.
Demon posee una fuerza arrebatadora y concreta la quintaesencia de la obsesión del autor: la masculinidad, en la actualidad, con sus consiguientes atributos: virilidad, seguridad, protección de los próximos que se enfrenta a una continua violencia… como ya en sus anteriores obras, ya sea el boxeador de su primer largo o el antiguo mafioso.
En Demon, que será presentada también en el Festival D’A con su inteligente criterio de selección, el protagonista, macho alfa viril por naturaleza, se casa y recibe una antigua finca, habitada por un espíritu (una niña, en concreto) que acabará por poseerle (excelente idea de un director que da un giro en su carrera narrativa y crea esta inversión de su línea argumental habitual).
Como siempre, unos actores excelentes y, en esta ocasión, un cierto toque de terror, que no impide disfrutar de la esencia de la película que se encuentra tras esa boda tan polaca (mucho alcohol, sexo, tensión, risas…y algún que otro invitado/a totalmente inesperada).
Una verdadera pena, la reciente desaparición de esta voz tan personal del cine europeo, que tanto prometía. Lo mejor, sin duda, será seguir viendo o, descubrir por primera vez, su peculiar universo tan inteligentemente construido.
¡¡Qué pena Carlos!!..a ver si recupero sus anteriores películas y puedo ver esta.
Descanse en paz.
Un saludo
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