Desde la primera escena de esta monumental película se siente el deseo, el ansía y la ilusión del cineasta por lograr, al fin, trasladar a la gran pantalla un sueño de hace 30 años: la adaptación de una novela de 1957, Tracks in the Snowy Forest, que desde los 60 ya había conquistado la escena de la Ópera de Pekín.
Basada en hechos reales, en 1946, después de la capitulación japonesa, China se encuentra en plena guerra civil. Bien sabido es que de la desgracia, algunos aprovechan para hacer riqueza, como la banda del malvado, sin piedad y dictatorial bandolero de la época, Hawk, que instalado en su fortaleza inexpugnable en la cima de la montaña del Tigre, baja a los pueblos cercanos con sus esbirros para aterrorizar y robar todo lo que puedan.
Pero por suerte, la unidad 203 del Ejército Popular de Liberación anda por los parajes y, al presenciar el saqueo a mono del bandido, decide poner fin a sus fechorías. Para ello tendrá que infiltrar a uno de sus soldados en la fortaleza y descubrir la manera de entrar en ella, para acabar con el reinado de terror de Hawk.
Estos son los diez primeros minutos de una película de dos horas y cuarto que no deja un solo momento de respiro al espectador. Ver un film de Tsui Hark, uno de los cineastas más originales, con su personal sentido del ritmo y el espectáculo visual, progresión de la acción, puesta en escena y movimientos de cámara, es asistir, siempre, a un tal despliegue de imaginación, que cada una de sus producciones se convierte en una magistral lección del mejor cine actual.
Este asalto a la montaña del Tigre, tras sus dos entregas del Detective Dee, y acompañado de dos de sus actores que ya le acompañaron en su anterior saga, Lin Gengxin y Tony Leung, no decae en momento alguno. Este maestro consigue que te sientas en una de las sesiones matinales de tu infancia, en que la gran pantalla oscura era un mundo sin límites y absorbía por completo todos tus sentidos.
Hay tantos momentos memorables en la película que es imposible escoger uno, el saqueo inicial, el enfrentamiento en el pueblo entre los dos bandos… pero sin duda, cuando todos pensamos que ya se ha alcanzado el sumo de la acción, el cineasta nos regala con un bonus de escena final que corta el aliento y se lleva la palma. La generosidad de Tsui Hark es infinita, tanto como el gusto del festival de Sitges que la ha incluido en Sección Oficial Fantástica Órbita. Espero que represente la puerta de entrada a su estreno en salas.