El cine negro, género casi olvidado por la crítica en el pasado (por considerarse demasiado popular), ha sabido imponerse en las selecciones de los mejores festivales del mundo y reivindicar una evidente premisa del cine: la calidad es la que define una película, no el género al que pertenece. Una nueva hornada de directores, tramas más ancladas en la realidad social y una estética que busca sus límites, son algunas de sus tendencias actuales.Hyena es un excelente ejemplo de esta nueva cosecha. La primera escena marca el tono del film como la melodía de una partitura: habrá sangre, mucha, violencia, a borbotones, y lágrimas, en cantidad. Un cuarteto de maromos, que podrían pertenecer a un equipo de rugby, se prepara para dar caña en un local de mala muerte. La dan, eso sí de forma tan generosa como estilizada, y el espectador reza para que no se cruce con delincuentes como éstos, en toda su vida.
El problema es que no se trata de matones sino de un equipo de oficiales de policía corruptos, aficionado a todo tipo de drogas, alcohólico más que ocasional, agresivo y sin moral alguna. O sea, lo mejor de cada casa se quedaría corto, ejerciendo en plena capital inglesa, y aprovechándose de cualquier red ilegal que se instale en Londres. Lo importa es el negocio y, sobre todo, sus sabrosos intereses: prostitutas, juego, cocaína…
Gerard Johnson, el director sobre-vitaminado e hiper-mineralizado, realiza su segunda película, tras una prometedora, Tony, en 2009, sin cambiar de protagonista, Peter Ferdinando, excelente actor, todo sea dicho, y primo del cineasta.
Al protagonista de este equipo de policías le va la vida de maravilla, hasta que un nuevo clan, unos albaneses que deciden deshacerse de los anteriores reyes del mambo ilegal, unos paquistanís, con los que tenía una fluida y larga experiencia de trapicheos. Peter Ferdinando va a tener que sudar (por así decirlo) para establecer nuevos relaciones “comerciales” y no morir en el intento.
Hyena (La Naranja mecánica, versión policía del s. XXI) ha tenido la suerte de haber sido presentada en el festival de Toronto y un mediatizado realizador danés, Nicolas Winding Refn (Drive….) lanzó una frase que le ha dado una enorme publicidad: El futuro del thriller tiene y un nombre: Hyena. ¿Estás de acuerdo con él?