Niñas, España 2014


Se puede arriesgar una carrera sin ni siquiera pestañear, como Gonzalo García Pelayo. Debutar en 1976, el año de todo lo posible, con Manuela, y realizar cuatro películas más Vivir en Sevilla (1978), Frente al mar (1978), Corridas de alegría (1982) y Rocío y José (1983). Y desaparecer, sin dar explicaciones ni justificar la ausencia, durante 30 años.GGP0Se puede ser todo en nuestro país, excepto profeta. Esa profesión sólo se ejerce fuera de nuestras fronteras. Como siempre, el exterior es el que nos recuerde el valor de nuestros artistas. Y como ocurre, a menudo, fueron la revista británica de cine Sight & Sound y las retrospectivas en la Viennale (Viena International Film Festival) en 2013 y en la Galería Nacional Jeu de Paume de París el año pasado (y todo hay que decirlo, también en el Festival de Sevilla), las que nos confirmaron que este cineasta, adelantado en su tiempo, no había recibido la atención que merecía.  GGP5Se puede crear un universo particular y una visión del mundo a través de una concepción cinéfila desbordante de libertad, desde el desparpajo de un psicodrama corporal de película “S”, con toques de Bergman, en Frente al mar (en realidad titulada Intercambio de parejas frente al mar) o integrar la escritura y la poesía en mitad de la narración a lo Godard (como en Vivir en Sevilla). Pero lo más importante es intentarlo todo, probar, investigar y buscar nuevas formas, en el preciso momento en que las neuronas podían volver a ejercitarse por sí mismas.GGP4Se puede uno reconvertir en lo que sea. Pero nadie se ha reconvertido mejor que Gonzalo García Pelayo.  En los noventa el cineasta inventa un sistema que detecta fallos de fabricación en las máquinas de ruleta, convertirse en millonario e inspirar la película Los Pelayos, 2012. En realidad de la fábrica de ilusiones que es el cine, el director pasó a la economía de la ilusión, producto nacional bruto por excelencia de los 90, en la que lo importante era ganar dinero. De la carne de los 80 al papel de los 90.   AlegríasY también se puede volver, 30 años después, con más ganas que nunca, con Alegrías de Cádiz (2013) y realizar dos o más películas por año. Nunca se sabe con Gonzalo García Pelayo y en eso reside todo su encanto. Su último trabajo, Niñas (2014), es brillante, emotivo y, sobre todo, sincero. Con la misma libertad de siempre (un corto dentro de un largo…), su desbordante Andalucía y media docena de familias al borde de un subidón de ternura.ManuelaTengo la sensación de que el cineasta nunca ha dejado de hablar de la mujer: su condición, sus deseos, sus penas, sus anhelos, sus inquietudes, sus alegría, sus frustraciones y sus sueños. Niñas podía una parte de la infancia de Manuela, su primera película, o un instante vital de Rosa, la protagonista de Vivir en Sevilla. GGP2Reuniendo tres generaciones de mujeres, el espectador-voyeur de Gonzalo García Pelayo (eslabón sevillano entre la pre-modernidad del cine español y María Cañas), descubre sus conversaciones más íntimas, que no implican por ello desvelar grandes secretos ni pasiones desesperadas. Es sencilla, y soberbiamente rodada, la vida en su esencia más pura.

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