De vez en cuando el cine invisible se adentra en lo más visible de las carteleras. Y poder hablar, tras haber visto la película, días antes de su estreno en su país y a nivel mundial, de uno de las películas gran público sobre una historia de dominación, disciplina y prácticas sadomasoquistas, dan unas ganas tan extensas como la ceremonia de los Goyas. ¡Átame!
En el pase de prensa francés del film, como era de esperar, la proyección se inicia con una prohibición (lo que en una peli de dominación tiene un encanto especial): embargo absoluto de cualquier crítica antes del miércoles a las 10 de la mañana. Espectador travieso que es uno, no puedo evitar imaginarme al equipo de la Universal azotando al pobre que se atreva a decir una sola palabra de una historia tan secreta (al fin y al cabo, de la trilogía de E.L. James se han vendido más de 30 millones de ejemplares en el mundo).Abróchate el cinturón que vienen curvas
Con tal nivel de popularidad y mediatización del proyecto, la presión del equipo artístico se ha mantenido a un nivel más elevado y explícito que lo que se ve en la pantalla. La elección de su directora, Sam Taylor-Johnson (antes, Sam Taylor Wood), es un acierto por la elegancia de su buen hacer, su experiencia en el erotismo en Destricted (2006) -en uno de los 7 cortos de esta excelente película sobre la sexualidad y el arte, en esta ocasión bien explícita-, y porque sea otra mujer la que adapte el universo de la escritora (equilibrando, en cierta manera, la inexplicable casi invisibilidad de las directoras en el universo cinematográfico).La pareja protagonista también ha sido analizada, criticada y escrutada con lupa por parte del público, desde su elección. Dakota Johnson, con los genes del cine en su cuerpo serrano (nieta de Tippi Hedren e hija de Melanie Griffith y Don Johnson) luchaba por hacer olvidar du ADN, y Jamie Dornan (que ya me gustó como amante de María Antonieta en la película de Sofía Coppola) tenía que superar su momento estelar (esa mirada del anuncio de Calvin Klein con Eva Mendes), y convencer al público que estaba incluido en el casting, no sólo por sus irlandeses abdominales de enciclopedia médica.
El poder de las imágenes
Como recuerda la brillante Pilar Aguilar en sus metódicos escritos sobre mujeres y género en el cine, las imágenes nos permiten construir mapas sentimentales, emocionales y sociológicos porque, al fin y al cabo, son más importantes las huellas que imprimen en nosotros las construcciones de la realidad, que la realidad en sí misma, siempre susceptible de interpretaciones. Por eso, fenómenos como Grey son un valioso termómetro del estado de la cuestión en la actualidad.La ley del deseo
Atención porque que lo que sigue contiene spoilers, para todos los que se hayan sustraído a la moda de 50 sombras de Grey en el último lustro. El asunto es lo más básico de la historia de la humanidad: chica conoce chico, sólo que a éste le ponen los látigos y las esposas (metálicas, no la de sus maridos). Reconozco no haber leído la trilogía y simpatizado con el personaje de Anastasia, la verdadera protagonista de la película. Aunque al principio el personaje femenino se presente como la más típica representación de la torpeza (se tropieza, tartamudea, vomita…), desde el momento en que pierde la virginidad (como momento liberador), se transforma en la mujer que decide, negocia y toma las riendas de la relación (tampoco había que exagerar tanto pero bueno…). lo importante es que, en realidad, tiene al chico cogido por el mando del látigo, en prácticamente toda la película.
La Caperucita Roja es más feroz que el lobo
Frente a esta estudiante de literatura inglesa, el personaje masculino (multimillonario, orgulloso y viril) que va de macho dominador se convierte en un cervatillo adorable, con ojitos de osito de peluche y más romántico y acaramelado que una tarta de bodas. El duro no lo es tanto y acepta todo lo que siempre ha rechazado, hasta la presentación a los padres y foto oficial en el periódico junto a su novia (acompañado de los inevitables regalos, paseos por el bosque y vuelos en helicóptero, para dar el vértigo necesario a la relación). Si es que al final, más que Grey es bastante White, aunque se perciba algo de Gray (Dorian).
Suave es la noche
El cuanto a la expectativa de la intensidad sexual en la película, se trata de un film erótico, nivel sesión de medianoche, y mucho más sensual que sexual. El espectador tendrá que esperar media hora para el primer beso, tres cuartos para algo más lúcido, y una hora y media para entrar en la célebre habitación roja. Como siempre el cuerpo femenino (más bien la actriz que dobla a la protagonista) se expone mucho más que el masculino, y la exhibición es más puritana que en el cine europeo, como viene siendo habitual en el cine americano. Mucha nalga y pocas nueces a ese nivel. Con todo, desde la fotografía que avanza de un gris azulado hasta colores más cálidos hacia el final, los actores defendiendo con ganas sus papeles y una puesta en escena tradicional, hacen pasar un buen momento, entre algunas que otras risas (en especial la negociación del contrato). La idea de una sexualidad negociada (y no impuesta) entre los protagonistas, la posibilidad de aceptar los gustos sexuales de la pareja, por distintos que sean, o la búsqueda del equilibrio entre sus deseos, sitúan la película en los vientos favorables de la época que debería defender una sexualidad compartida y consentida, siempre y en todo momento. Definir la normalidad es tan complicado como establecer una única realidad.
Pues si tenía pocas ganas de ver la película,ahora mucho menos,,jajajaa.Ya lo dije hace tiempo,que me olía a un 9 semanas y media de los 2000…ay Carlos,qué perezón 🙂
¡¡Un saludo!!
Me gustaMe gusta