Dos magníficas producciones han abordado de una manera ingeniosa las aficiones que concentran mayor número de seguidores: la cultura y el deporte. Y el documental era el terreno propicio para adentrarse en una de las más respetadas instituciones museísticas mundiales y en el equipo de fútbol con peor reputación universal.Frederick Wiseman, como siempre, sitúa la cámara a la distancia perfecta por todos los rincones de la Galería Nacional londinense. A ese ojo tan acostumbrado a retratar los universos más dispares, prisiones, club de boxeo, zoológicos, compañías de danza… no se le escapa nada. Observa todo pero sin criticar, dejando al espectador que saque sus propias conclusiones.
Un cine directo, en la que se agradece la ausencia de comentarios con el habitual tono académico, que filma como si de una ficción se tratase. Guardias de seguridad, conservadores, guías, miembros del consejo de administración, decoradores, técnicos… no falta nadie en este documental de tres horas que pasa como un suspiro. La última escena, una extraordinaria danza en el interior de la Galería Nacional, es lo único que te retiene para no salir corriendo hasta el museo más próximo.
Mike Brett y Steve Jamison, por su parte, han conseguido lo que miles de cadenas de televisión habían intentado desde hace más de una década. Un partido de 2001, que formaba parte de la clasificación para la Copa Mundial de Fútbol 2002, pasó a la historia por su sorprendente resultado. El encuentro entre las selecciones de Australia y Samoa Americana concluyó con un resultado de 31-0 a favor de los australianos, de los que nadie habló porque toda la atención se centró en el equipo perdedor, acosado para conceder un reportaje.
Estos directores lograron convencer al equipo y a su entrenador para rodar con ellos durante 14 semanas este documental que, incluso para los que estamos un poco alejados de este tema, resulta sorprendente. La paciencia, la motivación y el ansía de superación de estos jugadores, ante lo que puede calificarse como casi una humillación deportiva, es digna de alabanza y admiración.
Una historia humana, por momentos muy divertida, dado que el equipo puede haber perdido muchos, muchos, muchos partidos…, pero jamás su sentido del humor y, sobre todo, la manera de integrar en un deporte tan “masculino”, por definirlo de alguna manera, otras sensibilidades de género nos lleva de sorpresa en sorpresa a lo largo de su metraje. Con la evidente duda final, ¿ganarán algún partido en su vida?
Eso es lo maravilloso del séptimo arte, abarcar todo el universo sin moverse de la butaca y acercarnos territorios a los que, en principio, no iríamos por iniciativa propia. Historias reales, llenas de esperanza y tolerancia mutua para un mundo que, cada día que pasa, las necesita con mayor frecuencia.
Pues yo que el futbol no entra entre mis diversiones favoritas,quiero verlo,asique a ver si se estrena en España(esta frase creo que es la que define mi vida cinematográfica,jeje).
Un saludo
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Querido Fernando: Me pasa lo mismo que a ti. El fútbol me dice muy poco pero el documental me emocionó. Hasta pronto, compa
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