Estamos tan acostumbrados a nuestra “normalidad” que nos resulta difícilmente comprensible asimilar una realidad diferente. El cine, bien instalado desde hace más de un siglo, forma parte integrante de nuestro universo y el hecho de disfrutar de una cinematografía nacional (mejor o peor) es tan obvio como lógico. Sin embargo, hoy 8 de marzo, aún existen países que no realizan películas, que no cuentan con actores, actrices o salas de cine, por muy duro y triste que parezca.Por eso presentar la primera y única película rodada en un país es, para Cine Invisible que cuenta con películas de casi 70 nacionalidades (anécdota: el primer productor del mundo, India, todavía no está en la lista), un verdadero placer y un inmenso honor. Además, por si fuera poco, la película la realizan y protagonizan mujeres. He aquí la filmografía completa de los rodajes en Arabia Saudita.
Wadjda desde la altura que le dan sus 12 años, vestida a lo occidental en los pies (zapatillas deportivas) y oriental en la cabeza (velo al salir de casa), escucha música rock y pop, le gusta divertirse con sus amigas y su mayor deseo es comprarse una bicicleta, para poder ganarle una carrera a su amigo Abdallah.
Desde nuestra “superioridad cultural” es muy fácil considerar, por encima del hombro, la situación en el reino saudita por no contar con salas de cines. Sin embargo existen, hoy 8 de marzo, garrulos que todavía se consideran superiores por no llevar el pelo largo, olvidando que por ejemplo, D’artagnan (del que nadie dudaría de su hombría) llevaba unos tirabuzones ideales.
Wadjda, testaruda ella, no va a parar hasta conseguir la bicicleta que, en principio, no parece asunto muy complicado salvo si se tiene en cuenta que en ese país se considera que supone un peligro para la virginidad del sexo “débil”. De nuevo, desde nuestra cultura, ver una bicicleta desde esa perspectiva es absolutamente ridículo. Pero para muchos no supone ningún problema considerar a toda mujer con faldas el sexo débil (quien inventó esta expresión merecería irse a la cama sin cena durante toda su existencia), olvidando que Hércules, el tío más cachas del universo, llevaba un modelo más bien corto y plisado.
Wadjda encuentra la solución a sus problemas inscribiéndose a un concurso de recitado coránico, actividad que le atrae tanta como comer sapos. Pero, bueno, todo sea por la causa ciclista. Entre su madre, Reem Addullah, actriz excelente, que lucha para que su marido no tome una segunda esposa y una profesora, sublime, estricta en clase pero que algún “ladrón” viene a visitar por la noche, el mundo de Wadjda es muy especial.
Haifaa Al-Mansour, que se ha convertido en la primera mujer cineasta de su país, ha conseguido contarnos una historia maravillosa, repleta de sensibilidad, humor, crítica y belleza, en condiciones muy particulares. Cuando rodaba en los barrios sensibles de las afueras de la capital, Riyad, tenía que dirigir con velo, dentro de una furgoneta y dando sus instrucciones por teléfono.
Mujeres como Haifaa Al-Mansour realizan milagros cada día y, hoy 8 de marzo, todavía se puede creer en ellos. Desde la bicicleta de Wadjda, verde como la esperanza, estamos a una altura suficiente para que nadie nos mire por encima del hombro (o del hombre).
Muy buena la película y el reportaje en si, la verdad que desde un principio no lo he entendido demasiado pero el resultado es realmente bueno e innovador.
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Me encanta todo lo que has dicho. Y me han entrado muchas ganas de verla. ¿Crees que llegará a España tamaño logro?
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