por Carlos Loureda
Comienza el festival con mucho glamour, Susan Sarandon y Richard Gere, y con una de las colas matutinas más impresionantes que recuerde de San Sebastián. La familia Jarecki, Andrew, Eugene y Nicholas (creo que son hermanastros, en realidad) han comenzado todos en el cine por el género documental con un éxito indiscutible. Entre Andrew, con su Capturing the Friedmans (2003), retrato de otra familia muy especial, nos dejó anonadados, y Eugene, con Why we fight y The house i live in, han obtenido tres premios en el Festival de Sundance.Andrew se lanzó a la ficción hace un par de años con All good things (con Ryan Gosling, no está mal para un debutante), que trataba el tema de la manipulación, el delito y la mentira en el seno familiar. Ahora le ha tocado el turno a Nicholas, que ha escrito para dirigir en la gran pantalla un tema similar, al que añade el de la ingeniería financiera y sus andaduras al filo de la ilegalidad. Asunto que, de hecho, adorna más que nada una típica historia de cuernos.
Richard Gere, tiburón de los negocios, se encuentra rodeado de mujeres al cumplir los 60 años (como el festival). Lógico, visto cómo se conserva. Su amante es artista y, of course, francesa. Su hija, Brit Marling (excelentísima actriz de Another Earth), inteligentísima, pero hasta que no se acaba casi la peli no descubre los manifiestos errores contables de la empresa de papá: 412 millones de dólares. Su mujer, Susan Sarandon, dedicada a las obras caritativas, parece que no se entera o no quiere pillar ni una. El “cómplice”, digamos, del protagonista, un joven de color con antecedentes penales pero que duda aceptar un cheque de 2 millones de dólares. Bueno, no sigo…
Una película agradable para un domingo de invierno (por lo del abrigo calentito, la única réplica creíble del diálogo) pero insuficiente para inaugurar un festival. (Y ahora que recuerdo también el protagonista de Amour de Michael Haneke en la escena final se pone un abrigo… pero eso será para otro artículo de otro día…). Además, el champú de Richard Gere me ha tenido intrigado toda la película, por su capacidad de cubrir una herida que aparece y desaparece según le conviene al previsible guion. Típico cine norteamericano que confirma la tendencia de un nuevo decorado en las películas: el interior de la limusina. Por eso de la familia de los Jarecki, me quedo con los hermanastros.
La otra tendencia del día han sido los cuentos, como la maravillosa Beasts of the Southern wild, una verdadera perla, un extraordinaria fábula gótica (pero ésta también la dejaremos para otra oportunidad). La sección oficial se ha completado con la exquisita Blancanieves.Pablo Berger nos hace esperar demasiado. Allá por finales de los ochenta (que se dice pronto) el director debutó con un cortometraje memorable, para ser exactos en 1988, del que me acuerdo como si fuese ayer: Mamá (en él también estaba involucrado un desconocido, en aquella época, llamado Alex de la Iglesia, los dos son de Bilbao… y eso une mucho). Quince años después, en 2003, firma la excelente Torremolinos 73, y nueve años más tarde de la mamá pasa a la madrastra de Blancanieves con la misma ironía, mala leche y esperpento de entonces, envuelta en una suave capa de ternura.
El problema de Berger es que tarda tanto en hacer películas que se le adelantan. Yo me pregunto qué hubiera ocurrido si Blancanieves, muda y en blanco y negro, proyecto muy antiguo, se hubiese estrenado antes de The artist. Nunca se sabrá.En todo caso, Blancanieves va a arrasar en los próximos Goya. Hay tanto cine en la película: Dreyer, Eisenstein, Von Stroheim, más Carmen (1916) de Cecil B. DeMille que La parada de los monstruos (1932) de Tod Browning, o sobreimpresiones, sombras chinas, deformaciones, montaje de la época silente y una economía impresionante de intertítulos (creo que unos 80 o 90). La película está repleta de hallazgos, como por ejemplo, la utilización de la simbología del círculo como anunciador de la muerte o el sufrimiento, la plaza de toros, el gramófono, las campanas… pero por encima de todo, Maribel Verdú y Ángela Molina están soberbias, la dirección artística, la fotografía y la música son sublimes. ¿Estamos ante la primera Concha del festival?
Continuará…
Probando, probando…
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«¿Estamos ante la primera Concha del festival?» ¡OJALÁ!
Si hay 5 premios Donostia, ¿por qué no entregar CINCO Conchas de Oro? Bueno, mejor 4, la quinta que se la den al que ha rebautizado «Arbitrage» como: «El Fraude».
P.d. «Blancanieves», «Beasts of the Southern Wild» y «Amour» ¿eso sí te parece una manera suficiente de inaugurar un festival? Tú lo que eres es: un CECIL B. DEMENTE 😛
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Querido Amigo: yo tampoco entiendo muy bien lo de las traducciones de los títulos. Me encanta lo de Cecil B. Demente, me define a la perfección. Hasta pronto, compa
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Al principio no tenía mucho interés en Blancanieces,porque pensé que el director quería copiar a THE ARTIST,pero después de leer mucho sobre la peli,me apetece verla,y sin encima está Maribel Verdú,pues mucho mejor.Y además si encima leo tu crítica,pues mucho más,,jajajaaja,.En resumen,la próxima semana no me la pierdo!!:-)
Un saludo y muchas gracias,Don Carlos;-)
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Sí sí no te la pierdas tiene un humormuy sano y está muy bien hecha. El proyecto es anterior y el pobre Berger tiene mala suerte, 3 Blancanieves en un año…. Hasta pronto, amigo
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BLANCANIEVES!(jajaj)
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Yo creo que ya lo he escrito de todas la maneras: blanacanieves, blanacnieves… no sé debe ser una epidemia. Ciao amigo
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