por Carlos Loureda
En el año 60, después de alguna de las recurrentes crisis, toda la península está ocupada por los dueños de las tijeras y los adeptos a la agorera coletilla de “con la que está cayendo”… ¿toda? ¡No! Una aldea del norte poblada por irreductibles y apasionados visionarios resiste todavía y siempre al invasor. Pese a las subidas de impuestos y la falta de recursos económicos siguen creyendo en el cine como arte, y también industria, como entretenimiento, y sin duda, reflexión, en el conglomerado perfecto de la esencia humana: los sueños y las ideas.Liderado por su director, José Luis Rebordinos, conocido por sus amigos (todo aquel que ame y respete el cine por encima de todas las cosas) como Rebor (apelación que suena a mítico superhéroe), ha conseguido que caigan justamente en San Sebastián 5 lujosos Premios Donosti (uno más de los que disfrutó la 50 edición): Oliver Stone, Ewan McGregor, Tommy Lee Jones, John Travolta y Dustin Hoffman, siguiendo la tradición, dado que de los 51 Premios Donosti de la historia del festival, 34 han sido hombres y 40 anglosajones.
No está nada mal para comenzar pero al glamour diario que se paseará por la ciudad, vendiendo en toda la prensa y televisión extranjera una imagen muy positiva que beneficia al conjunto del país, además se añade una sublime selección oficial. Mis películas más esperadas: All apologies de Emily Tang, Rhino Season de Bahman Ghobadi, The dead and the living de Barbara Albert y, por supuesto, lo último de Bayona, Berger, Rebollo y Trueba. Pues sí, Rebor tiene toda la razón y el festival debe ser el lugar ideal para dar a conocer el fantástico cine que se hace en nuestro país, porque si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará en nuestro lugar.
La idea de dar más protagonismo a la sección de Nuevos Directores o de mantener colaboraciones tan imprescindibles y necesarias como las del Festival 4+1, que ha sabido conjugar a la perfección difusión en sala y en internet, con su ciclo de cine brasileño contemporáneo o el Pequeño Estudio de Cine Fundación Mapfre, puesto que la educación es el primer paso para crear a los espectadores del futuro, confirman que el festival sabe conservar lo mejor y aportar nuevas ideas.
Existen tantas alternativas dentro del festival entre sus secciones paralelas, retrospectivas, horizontes latinos, cine en construcción, perlas, cine y gastronomía… que todo el mundo encontrará de que saciar su sed de sueños e ideas. A Rebor le gusta definir al festival, como el más pequeño entre los grandes, pero no debemos olvidar que compensa con el público que cuenta el festival, el más grande e ilusionado de todos los festivales, colas como las del domingo más allá del puente del Kursaal, proclaman que este festival no es un juguete para niños ricos sino una necesidad para todos. Evidentemente siempre existen cosas más importantes pero este festival también lo es.
Cuando fui descubriendo la programación no pude evitar sonreír al ver dos secciones concretas: la nueva comedia americana, tan necesaria en estos tiempos para poder echarse unas risas, y la proyección en el velódromo de películas de surferos. Igual lo que necesitamos sea exactamente eso: estar a una cierta altura para poder vislumbrar más allá de este presente gris, subirse a la cresta de la ola y avanzar a todo gas.
Buen festival a todos/as.
Continuará…
Carlos!!!–que alegría.Aquí estás de nuevo,en el festival de San Sebastián,dispuesto a contarnos todo de las pelis,a aquellos que no podemos disfrutarlo.
Espero con ansia todos tus comentarios de pelis,algunas más esperadas que otras,algunas más conocidas que otras y alguna joya escondida tb.
Un saludo y animo!1
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Mil gracias Fernando. Ha empezado fuerte el festival. Cuento contigo, amigo
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