¿Habrá premio para el malvado Coronado?


por Carlos Loureda

A pocas horas de la inauguración del festival comienza una de las secciones más interesantes que ofrece el certamen. La concha de San Sebastián, la playa situada frente a la ciudad posee esta forma, y de ahí viene el nombre del galardón del festival. En los tiempos que corren es difícil encontrar una perla en una concha pero la magia del festival hace milagros.

Las doce Perlas de la Concha

Esta sección atribuye uno de los premios más importantes y populares del festival, el Premio TCM del Público. Este año la calidez y variedad de los filmes presentados promete una lucha sin merced. Hoy se ha estrenado The tree of Life, de ese iluminado cinéfilo que es Terrence Mallick. Una película que me dejó anonado, estupefacto y frío, al mismo tiempo.

Una narración modélica de una familia representativa del sueño americano, que a medida que avanza el film y rascando un poco, muestra que el brillo de ese sueño ha desaparecido desde hace tiempo. Un largo intermedio explicativo a base de unas imágenes sublimes sobre el origen del universo y la gracia, que me recordaron un buen documental, y el exceso de cortinas flotando en el aire, me expulsaron de lo que para algunos será una película mítica. La escena clave de la película y, probablemente, la llave de una de las posibles interpretaciones de su sentido, protagonizada por un par de dinosaurios (sí, también los hay en el film), podía haber sido magistral pero se quedó en un difícil abismo que bordeaba el ridículo. Eso sí, a Mallick, haga lo que haga, hay que ir a verlo.

La otra perla de hoy ha sido Pina, un documental que no necesita artilugios para explotar en una belleza exquisita con sus imágenes y retratar a una de las personalidades más importante del arte de los últimos años.

Pero mi favorita para el premio TCM del público es otra y casi tenga la seguridad de que se lo llevará, pese al peso y la fuerza de sus competidoras.

Inicio de la Sección Oficial en Competición

En una ciudad donde la mayoría de sus habitantes presentan una angustia extrema ante el tema del tiempo y, en consecuencia, su estudio pormenorizado de horarios (¿a qué hora pasa la china? A las dos. Imposible, no podemos ir a verla, nos perderíamos la argentina. Si vamos a la rusa a la 11 y luego a la australiana, podemos pillar a las 9 la libanesa) la noción de género, tan presente en la historia del cine, ha perdido todo su significado. El drama, la comedia, la ciencia-ficción no existen en este particular universo de los miembros integrantes de la comunidad de espectadores de San Sebastián.

Sin embargo la primera película de la Sección Oficial, No habrá paz para los malvados, de Enrique Urbizu, reivindica la noción de género. Cine negro hasta la médula con policía de pasado glorioso, presente alcohólico y futuro incierto.

Si Enrique Urbizi se llamase Henry Urban estaría rodando en los EE.UU. con tres veces el presupuesto del catering de Super 8. Autor dotado, inteligente, visual y con una cínica visión del mundo que le rodea, se sirve de este género para denunciar una sociedad decadente y llena de peligros y amenazas constantes, al mismo tiempo que nos una sabrosa historia inmersa en los tres espacios utilizados como decorado de un modo de vida consagrado al consumo en sus diferentes versiones, el club de alterne, la discoteca y el centro comercial.

José Coronado se casca un personaje al borde de lo divino y de lo humano, en el límite de sus capacidades y lleno de poesía. Negra, y más bien del género Bukowski, pero poesía al fin y al cabo. Si bien es cierto que es pronto para pronósticos, primera película de 16 en competición, el valor y honradez de su prestación puede que conquiste al jurado, como ya lo ha hecho con el público.

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