Hace falta mucho valor para realizar este film y, más talento e inspiración todavía, para obtener una obra tan bien acabada, sin tropezar en el melodrama fácil, extremo o sus infinitos derivados. La película que abría la Semana de la Crítica de Cannes 2011 contiene varios de los elementos que más rápidamente hacen huir al más aguerrido de los espectadores. Film con niño, mal asunto como bien dijo Hitchcock, y por si fuera poco, enfermo de un tumor cerebral, supongo que a estas alturas la mitad de los lectores deciden no seguir leyendo.
Pues bien, este film es uno de los últimos trabajos que más energía positiva, sonrisas, e incluso risas nada contenidas, y el subidón de optimismo más elevado que me ha provocado el cine en mucho tiempo. Y el secreto reside en que todo suena real porque todo es verdadero. Es la historia de los dos actores protagonistas, pareja en la vida real en el momento de su primer hijo, que no han añadido “basado en hechos reales”, ni falta que hace, ni lo han filmado para celebrar de tal drama un exorcismo de lo que la vida les había impuesto.
Valérie Donzelli (en su año más trepidante: presente en 5 films como actriz y en éste también como directora) estrena su segundo film como una película de acción, de guerra y de aventuras, en la que no se juega con el suspense. Desde el primer momento sabemos por el tono que el niño se salvará, lo que le interesa es cómo ella, su pareja, Jérémie Elkaïm, y todas las personas que les rodean alcanzan a ese punto. Aquí lo único que importa es alcanzar la victoria en esta guerra particular porque ganar una batalla no serviría para nada.
Utilizando muchos de los recursos de la nouvelle vague y, en especial, de François Truffaut, varios narradores, retrato de la juventud actual, música clásica como Vivaldi, fundidos en iris…, la directora ha creado una bomba de relojería perfectamente montada.
Un ritmo incesante, un distanciamiento necesario, unos personajes de una fuerza extraordinaria, decorados y personajes reales como el hospital o varios miembros del personal sanitario, y la utilización de una cámara de fotos ligera que rueda en HD (excepto los últimos planos a cámara lenta del final en 35 mm) aportan una frescura inhabitual para un tema tan grave.
La guerre est déclarée no sólo es extraordinaria sino también la sorpresa más grata e inesperada de esta vuelta al cole. Una película que, me apuesto, va a acumular una enorme colección de premios en los próximos meses. Ya cuenta con el más importante, el recibimiento del público: la sala estaba casi llena en su estreno y, personalmente, voy a volver a verla. Bravo, Valérie Donzelli, así da gusto ir al cine.
Una de estas pelis, compa Carlos, que con total seguridad no tendré posibilidad de ver en mi localidad de residencia (Córdoba); y bien que lo voy a lamentar, porque todos los rasgos que de ella detallas en tu texto, apuntan a que se trata de una de esas propuestas de las que me hacen salir de la sala oscura con el espíritu reconciliado conmigo mismo (y, ya de paso, casi con el resto de la humanidad…). En fin, paciencia, que ya caerá en el formato en que sea posible. Un fuerte abrazo y buena tarde.
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Querido Manu: la verdad es que a mí me pasó lo que cuentas. Salí reconciliado del cine con el conjunto de la humanidad. Rara vez he visto una película tan optimista, independientemente del tema. Ni melo ni sosa ni llorona. Es un soplo de aire, más bien, un huracán. Ya habrás vistos las fotos, sus colores son lo más opuesto al drama. Y además merece conocer a Valérie Donzelli, tiene fuerza, garra e imaginación. Imagínate que su próximo film será una película enteramente bailada (no una comedia musical). La espero con impaciencia. Abrazos, compa
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