El balance del cine iberoamericano no puede ser mejor en la cosecha de este año, pero una cinematografía concreta brilla por encima de todas. Brasil en 2024 está que se sale, literalmente. Atrás quedaron los años de un gobierno en contra de la cultura, en especial del cine, e impone su presencia en el listado de las mejores del año con tres magníficas películas.
A ello se suma la inquietud frente a la producción futura de películas argentinas. En una situación similar, diría incluso peor que el pasado reciente brasileño, Argentina se enfrenta a un futuro cinematográfico inquietante.
Por su parte el cine español sigue en la cresta de la ola del cine autoral. Como el año pasado la no ficción española, muy creativa y diversa, continúa sin tener la presencia que merece en las salas comerciales, pero sigue triunfando en los grandes festivales internacionales. Por su parte, para el cine de autor/a de ficción, 2024 ha sido uno de sus mejores años de los últimos tiempos, tanto en crítica como en público.
Por su fuera poco, el cine andaluz está que arde en público, en taquilla, en crítica… y coloca 3 producciones o coproducciones andaluzas entre lo mejor del año de los 23 países que componen las cinematografías iberoamericanas. Olé.

Esta es la lista de las mejores obras iberoamericanas del año, largos y cortos, ficción y documental:
20. Tumbas vecinas, de José Antonio Gutiérrez Bustos (corto ficción, España). Unos planos ejemplares, un montaje de ensueño, una protagonista, Montse Torrent, en el summum de la inspiración, con una dirección con el brío del toque Ernst Lubitsch. Una comedia ejemplar del Tinder senior.
19. Sariri, de Laura Donoso (Chile). Sin lugar a dudas, la cineasta emergente latina del año. Si con su proyecto de final de carrera ha logrado esta maravilla, nos podemos imaginar su futuro cuando integre de pleno la industria del cine chileno.
18. La gran obra, de Àlex Lora (corto ficción, España). 20 minutos capaces de crear un suspense extremo, mezclado con sabias reflexiones y aderezado de brillantes y difíciles cuestiones que el espectador se enfrenta a responder.
17. Mi hermano Ali, de Paula Palacios (largo no ficción, España). Este inquietante despertar en el sueño americano, filmado a lo largo de 12 años, nos cuenta de qué materia están hechos nuestros sueños.
16. El lugar de la otra, de Maite Alberdi (Chile). La habitación propia del mejor cine chileno nunca ha resonado con tanta actualidad como hoy día con esta historia de una mujer de los años 50.
15. Rita, de Jayro Bustamante (Guatemala). Acostumbrados a que Hollywood conquiste el mundo, parece que ha llegado la hora de que América latina también conquista la meca del cine norteamericano.
14. Tardes de soledad, de Albert Serra (largo no ficción, España). El dispositivo perfecto para plantear una reflexión sin red sobre la mirada en el cine. ¿Hasta dónde puede llegar? ¿Qué nos muestra el cine? ¿Cómo nos lo representa?
13. Baby, de Marcelo Caetano (Brasil). El cineasta brasileño, autor del mítico Corpo Eléctrico, sigue conservando una de las voces más audaces e innovadoras del cine mundial.
12. Cafunè, de Lorena Ares y Carlos F. de Vigo (corto animación, España). Una de las películas más impresionantes del año (resulta inimaginable filmar esta historia con actores reales) y tan solo en 8 minutos.
11. Sujo, de Astrid Rondero y Fernanda Valadez (México). Un Oliver Twist actualizado centrado en las guerras de narcotráfico mexicanas. Espectacular.

10. Simón de la montaña, de Federico Luis (Argentina). Un anticoming of age, tan brillante como controvertido,
9. La bachata de Biónico, de Yoel Morales (República Dominicana). Ejemplo perfecto de cómo deber el cine del siglo XXI.
8. El Jockey, de Luis Ortega (Argentina). La sublimación de la estética camp a lo Jacques Tati, pero en versión muy queer.
7. Aún estoy aquí (Ainda estou aquí), de Walter Salles (Brasil). La actriz Fernanda Torres debería ganar todos los premios de este y de los próximos años por el mejor papel de su carrera. Hipnótica e inolvidable.
6. Manas, de Marianna Brennand Fortes (Brasil). Verdad, respeto, denuncia, emoción, poesía… una película que sabe contar una historia con todos los elementos necesarios para que el mundo mejore.
5. Por donde pasa el silencio, de Sandra Romero (España). Cineasta más que emergente española y la única directora que estuvo en el mismo año en los festivales de Venecia (serie, Los años nuevos) y en San Sebastián.
4. Polvo serán, de Carlos Marques-Marcet (España). Una gran tragedia clásica que sabe transitar por la comedia de situación, para acabar en un thriller existencial sobre la muerte, que es uno de los mejores cantos a la vida que se hayan visto en la gran pantalla.
3. Segundo premio, de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez (España). La reinvención del cine de autor, en el siglo XXI, con una obra maestra en forma de (falso) biopic.
2. The human hibernation, de Anna Cornudella (España). La sensación arrebatadoramente hipnótica del año. Una ópera prima deslumbrante por su inteligencia y capacidad para crear imágenes cinematográficas perfectas.
1. Memorias de un cuerpo que arde, de Antonella Sudasassi Furniss (Costa Rica). La conversación pendiente mejor llevada al cine de los últimos desde Carta de una desconocida, de Max Ophüls (1948). Ni ficción ni documental, puro cine.