Call Me Be Your Name, Italia 2017


No conozco una temática más trepidante, intensa y creativa en la historia del cine que las relaciones no heterosexuales (normativa social aceptada mayoritariamente y reproducida al infinito). El séptimo arte nace con la intención de mostrar, desvelar y poner en imágenes todo lo concebible. Sin embargo, las sucesivas construcciones sociales de lo políticamente aceptable (por tanto, con permiso para ser enseñado), envían las relaciones que se salen del marco de lo admitido, a la política del disimulo, del no mostrar o, en su máximo grado (todavía en demasiadas sociedades), a la obligación de ocultar para no cometer un delito.

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De hecho en plena escritura sobre ello (adelanto el título: Una -no tan joven- y alocada historia del cine de la diversidad), esta tensión en la última película de Luca Guadagnino, entre el sueño del cine de filmarlo todo y la realidad por un segmento de la humanidad de la obligación, impuesta o sugerida,  de ocultarlo siempre, magistralmente construida, es la esencia misma del éxito de Call me be your name.

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La unión de dos visiones diferentes del despertar amoroso ha creado una de las películas más hermosas, poéticas y sublimes del año que, evidentemente, está conquistado premios desde su presentación en Sundance. Iniciando con Melissa P, en 2005 (también adaptación de otra novela de éxito, con María Valverde como protagonista, que ya afirmaba «nadie me puede avergonzar por lo que soy»), una especie de tetralogía, Luca Guadagnino es el gran artesano del deseo expuesto, del estallido pasional y de la exhibición del placer (Yo soy el amor y Cegados por el sol continúan su coherente filmografía).

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Y por otra parte, James Ivory (que hacía 8 años que no presentaba ninguna película y que, en principio, también iba a dirigirla junto al cineasta italiano) firma el guión, aportando la inevitable contención de un director de casi 90 años (expresión de mecanismos sociales de otra época que, en parte, sobreviven hoy), el silencio expresivo y la difícil retención de la presa sin control de un amor que no se sabe si es  no correspondido. La combinación de estas dos miradas hacen de Call me be your name, una película tan luminosa (Guadagnino) como nostálgica (Ivory).

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El encuentro en 1983 entre Elio (Timothée Chalamet), adolescente de 17 años que pasa el verano con sus padres en una casa de la Riviera Italiana, y Oliver (Armie Hammer), estudiante americano que se une a ellos (adaptación de la novela homónima de André Aciman), es de esas historias que dan ganas de enamorarse tres veces por día durante los próximos sesenta años.

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Y si añadimos el talento de Timothée Chalamet (total protagonista de los EE.UU. de 2017 –Nahuel Pérez Biscayart lo sería en Euroopa- y el que mejor ha sabido elegir sus papeles, también en Lady Bird y en Hostiles, que se estrena la próxima semana en su país) el encanto del público no puede ser mayor. No te la puedes perder.

2 comentarios

  1. Carlos,qué ganas de ver esta película.
    Si no he leído mal,¿estás escribiendo un libro sobre el tema?.Ya avisarás porque estoy deseando leerlo(por cierto,estupendo título).
    Gracias y ¡felices fiestas!.
    Un saludo

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    • Muchas gracias, Fer. Pues sí, en ello estoy. Me das muchos ánimos porque hay tanto que contar. Hasta pronto y felices fiestas. Y un año de cine, por supuesto.

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