Suite francesa (Suite franaise), Reino Unido 2014


Encerrada en la mansión familiar, la mirada vagando por la sorda huella que ha dejado la felicidad cuando desapareció para siempre, soñando lo que podría haber sido du vida con un marido que ha visto en dos ocasiones y que ahora lucha a kilómetros de distancia por la libertad. Una libertad para los otros, no para ella. Encerrada en su propio cuerpo. Etérea Michelle Williams.SF4Vigilada por su suegra. En tiempos de guerra no se sonríe, no se viste de manera vistosa, no se perdona una migaja de alquiler a los agricultores de la propiedad porque hay que gestionar con rigor las rentas de su hijo cuando vuelva de la guerra. No se respira fuerte. En definitiva, no se vive porque hay demasiados muertos y fantasmas alrededor. Otra mujer enclaustrada en la peor de las prisiones: sus convicciones personales. Impecable Kristin Scott Thomas.SF7Rodeado de desconocidos con los que no comparte prácticamente nada, salvo 24 horas al día, la comida, las maniobras, una guerra que le deja indiferente aunque no dude que el deber patriótico está por encima de sus opiniones personales y las ejecuciones públicas, cada vez más frecuentes. Enquistado en un uniforme alemán que le ahoga y le impide seguir componiendo la música que habita su cerebro, y que ahora suena a un ruido de balas y sirenas sin fin. Matthias Schoenaerts magistral.SF3Una historia mil veces contada, y por suerte no vivida por la mayoría, una guerra más que, como siempre, lo único que desconocemos es el número de entierros a los que asistiremos antes del nuestro. Una escritora judía brillante, poética e inmensa que en su novela Dolce plasma que la única utilidad de las banderas quizás sea usarlas en el lecho del deseo sin nacionalidad, en él que la única hostilidad es la separación. Irène Némirovsky, una autora que hubiese sufrido, con casi mayor probabilidad, más las críticas de antisemita recibidas en Estados Unidos en 2004 que su propia muerte durante la segunda guerra mundial.SF1Un soplo de aire, un inmenso balón de oxígeno desbordante de melancolía, amor, tentaciones y esperanza en una música que ensalza cada imagen, cada movimiento de los actores principales y secundarios y cada rincón de los decorados. Una sublime suite compuesta por Alexandre Desplat en la mejor banda sonora del año hasta el momento, sin lugar a dudas, de la batuta del maestro compositor Rael Jones.SF5Y un director, Saul Dibb, que sabía que nadie mejor que Eduard Grau (A Single Man o Buried) podía fotografiar esta inmensa historia de amor que la crítica detestará. Personalmente, a mí  me emocionó de principio a fin.

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