El cine se ha convertido en el mejor y más sincero escaparte de lo que el resto de los medios de comunicación olvidan, edulcoran o, en el peor de los casos, evitan directamente. Estos dos documentales son la prueba más evidente de que para conocer la verdad, o al menos una buena de ella, lo mejor es adentrarse en las salas oscuras de la gran pantalla.Con The Price We Pay (El precio a pagar) se vive la misma intensa experiencia que con el mítico, ya convertido en clásico, Inside Job. Según avanza el documental de Harold Crooks la sangre empieza a hervir, el humor se transforma en bilis y la sensación de sufrir el mayor fraude de la historia de la humanidad, si bien ya lo suponíamos, con él lo confirmamos con total seguridad.
Hoy en día se calcula que entre el 10 y el 15% del patrimonio mundial se encuentra tranquilamente instalado en paraísos fiscales. La mayoría de las multinacionales conciben complejos montajes jurídicos para situar su domicilio fiscal, por ejemplo en Luxemburgo, y evitar así pagar impuestos, sin que duden en utilizar los servicios públicos nacionales para vender sus productos (autopistas, correos…).
Todo un sistema perfectamente estudiado, y puesto en marcha a partir de los años 80 (momento en que se dispara la desigualdad social, hasta llegar, hoy en día, al mismo nivel que en 1913), aberrante situación que ha creado un derrumbamiento deliberado de las funciones y objetivos del Estado de Bienestar para convertirlo en un simulacro de Estado competitivo.
El documental es más apasionante que cualquier thriller que esté en cartelera, las revelaciones de una tal magnitud que hace removerse a los espectadores en sus asientos (el ignominioso papel de la City londinense en la economía internacional) y de una inteligencia, actualidad y lucidez que debería ser proyectado en colegios, institutos, universidades y en la televisión en horario de máxima audiencia.
Este documental (que debería haberse titulado en plan Cecil B. DeMille, El mayor atraco de la historia, y aún se quedaría corto) parte del magnífico estudio de Brigitte Alepin, La Crise fiscale qui vient (2010), y en él intervienen prácticamente todos los que tienen algo que decir sobre el tema (bárbaro Thomas Piketty, tanto como su obra, Le capital au XXIe siècle).
Un trabajo necesario, vital e imprescindible que debería estrenarse de inmediato. Tan rápido como la duración de una acción en una cartera de inversiones actual… 22 segundos es lo que dura de media una acción en las Bolsas internacionales. ¿Eso no se llama pura y simple especulación?
Citizenfour sorprende menos, por ser de notoria publicidad el protagonista de su historia, Edward Snowden, del que próximamente Oliver Stone rodará un biopic encarnado por el actor Joseph Gordon-Levitt.
Laura Poitras, la realizadora y ganadora del Oscar 2015 en su categoría, cierra con este documental su trilogía sobre América tras los atentados del 11 de septiembre. Y la borda con un trabajo que ya la habría gustado escribir a Eric Ambler, John Le Carré, Ian Fleming, Frederick Forsyth o Graham Greene.
Una periodista, incluida en la lista gubernamental americana de personas para vigilar de cerca, recibe unos mensajes codificados de un tal Ciudadano 4. Tras diversas peripecias, al final se dan cita en un hotel de Hong Kong y allí descubre a Edward Snowden, ingeniero informático que levantó a los cuatro vientos, el escándalo de la vigilancia organizada por parte del gobierno de todos los ciudadanos, gracias a los nuevos útiles de internet: correos, llamadas, pagos… sin autorización judicial en la más libre impunidad contra el derecho de la intimidad.
Un documental que tiene todos los elementos de una película de espionaje. La dosis justa de revelaciones y un reparto de lujo, Glenn Greenwald y Ewen MacAskill, los dos periodistas de The Guardian que revelaron esta oscura trama. Países lejanos para evitar la extradición, sirenas inoportunas, llamadas imprevistas, pasaportes inválidos… y un protagonista extremadamente inteligente y con un punto (o en todo caso, la impresión personal causada) oscuro y teatral, que no resta un ápice a su valentía y coraje.
Dos documentales, que si hubiesen sido ficciones, muchos habrían calificado sus guiones de exagerados. Pues no, para bien o para mal, nuestra realidad actual supera con creces la más absurda e inmoral ficción.
He visto el trailer de CITIZEN FOUR y ya lo he apuntado en mi lista,con el otro que dices.Lo malo o lo bueno,es que después de verlos,irías a por toda esa gentuza que lleva al mundo al desastre.
Gracias Carlos.
Un saludo
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Querido Fernando: Si queires vamos juntos. Misma sensación. Salí de The Price we pay …fuera de mí. Hasta pronto, amigo
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