El mundo de la animación no para de lanzar propuestas cada vez más arriesgadas, repletas de imaginación y de un saber hacer de virtuosos. Gracias a certámenes como el festival de cine de Gijón, la exquisita producción brasileña, O menino e O mondo, llega a las pantallas (en espera de encontrar su camino, bien merecido, hacia la distribución general), para disfrute de uno de los filmes animados más creativos y fascinantes de los últimos años.Una película que mezcla dibujos, acuarelas, tintas, pasteles, óleo, bolígrafos y toda técnica posible e imaginable, sobre fondos compuestos por collages de prensa, periódicos o revistas ilustradas, dirigida por el inmenso talento de su director, Alê Abreu, que ha conseguido que los espectadores la admiran con la boca abierta durante sus 80 perfectos minutos.
Sin necesidad de recurrir a diálogos (en realidad los frases de la banda sonora son en portugués pronunciado al revés), la película es tan comprensible, como si disfrutase del mejor castellano posible. La emoción se comunica a través de una talentosa estética y una banda sonora de lujo (digna de escucha en bucle durante seis meses). Percusiones, entre otros de Nana Vasconcelos, que baten al mismo ritmo que el corazón del público.
La historia de este niño que, en busca de su padre, abandona su casa para recorrer un mundo agresivo, inesperado y deshumanizado, atrapa por su franqueza, inspiración y hallazgos visuales continuos. O menino e O mondo es la versión animada y actual de los Tiempos Modernos de Charles Chaplin. En resumen, una obra maestra (consciente de que tal calificación no debe emplearse a la ligera). Una película que entrará en la historia del género.
Y también de pérdidas trata el último trabajo de otro inspirado cineasta-animador, Esben Toft Jacobsen, tras The Great Bear (2011). El director nórdico muestra una valentía a prueba de balas con un tema que se las trae. Sobre todo, sabiendo que su destinatario final es el público infantil.
Tras los osos, en Beyond, beyond los protagonistas son tiernos conejitos. Johan, que vive con su padre en un barco a millas de la orilla, decide ir en busca de su madre fallecida, al reino del Rey Plumas, en contra de la decisión de su padre.
Un asunto tan delicado, como la pérdida de la madre, tratado de una inventiva manera, aventura de la que sale airoso y con mérito. Literalmente, puesto que la película roza, por momentos, el thriller, desborda de suspense, encuentros inesperados y, tampoco podía faltar, una melodía que acompaña a la perfección esta experiencia visual y narrativa tan enriquecedora.
En un panorama de secuelas hasta el infinito, personajes asimilados de novelas, juegos de vídeo o tebeos, y realizaciones roídas hasta el hueso, el terreno de la animación sigue siendo una espacio fértil en los que los más osados conquistan cada día el mejor de los mundos: un nuevo público.